Cuento-Comedia: Parte primera:
PERSONAJES:
-El
huaquero
-La
princesa Yonán
-El Chimú
Cápac
-El Gran
Sacerdote
-Sacerdote
segundo
-Los tres
pretendientes
-El Hábil
Morropón
-El
cacique Yoc
-El
Diestro Ucup
-4
soldados
-6
cortesanos
LA
ACCIÓN: En la ficticia ciudad subterránea de Chan-Chán.
ÉPOCA:
Actual.
VESTUARIO:
De la época del Imperio Chimú.
PRIMER CUADRO
(Sala principal del palacio Chimú-Cápac).
En escena: El gran Chimú o Chim-Cápac, en su trono de oro
macizo.- A su lado la princesa Yonán (derecha) y el Gran Sacerdote (izquierda).
–Los cortesanos. A la puerta, un soldado.-
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Chimú-Cápac (Ch. C.).- Los he reunido, vasallos demo corte
para anunciarles que he decidido que mi hija, la princesa Yonán, contraiga
matrimonio.
Gran Sacerdote (G.S.).- La notica que nos das. Chimú-Capac,
llena nuestro pecho de satisfacción. Ya era tiempo de que la bella princesa
contrajera matrimonio.
Ch. C.- En efecto, me encuentro bastante agobiado por los
años y necesitaré muy pronto quien me suceda en el trono del vasto imperio del
Gran Chimú.
Mi esposa, que en paz descanse, no me dejó sino esa bella y
querida hija. Luego pues, quien con ella se despose será el futuro emperador de
mi imperio subterráneo.
Yonán.- Acataré tu voluntad, padre mío. Dispón quien ha de
unirse a mí bajo el altar del dios Kon.
Ch. C.- Creo, hija mía, que los que he pensado y dispuesto
es lo más conveniente para ti y para el imperio. Bien sabes, dulce Yonán, que
cuando los hombres de raza blanca se apoderaron de las dilatadas tierras de
nuestros antepasados, el emperador de aquel tiempo ordenó que en secreto se
cavara este reino subterráneo. Desde entonces, nuestra raza no ha visto jamás
el sol, vivimos de los sembríos del subsuelo y de la pesca nocturna del mar.
Nuestros riquísimos tesoros los guardamos celosamente para que no caigan en
poder de los hombres de allá arriba. Pero cada vez es más difícil aquí la vida.
La rapiña de los malditos huaqueros, que destruyen las ruinas externas de la
ciudad de Chan-Chán y que cavan sus viejos paredones, pones en peligro nuestras
riquezas. Es pues necesario ocultarlas más severamente.
Yonán.- Bien comprendo todo eso, padre y señor mío; mas no
sé qué relación puedan tener esos asuntos con mi matrimonio que hace un
instante has anunciado.
Ch. C.- Escucha con paciencia, hija mía. Deseo que te cases
con un hombre que se capaz de saber ocultar el tesoro real en la forma más
perfecta; que al mismo tiempo ese hombre cuente con el agrado del dios Kon; y
además, que tenga la facultad de comunicar a nuestro imperio subterráneo el don
de la alegría, para aliviarnos de esta eterna penumbra.
Gran S.- Sabias son tus palabras, señor. Sólo un hombre que
reúne esas tres virtudes será digno de casarse con la princesa y gobernar algún
día el imperio subterráneo.
Ch. C.- Muchos son tus pretendientes, Yonán; pero entre
ellos he escogido a los tres más fuertes e inteligentes.
Yonán,- Quien resulte vencedor ganará mi corazón.
Ch. C.- Haced pasar a los tres pretendientes.
(Soldado
No. 1 hace una reverencia y sale)
Ch. C.- Veremos, hija mía, si estos mozos que pretenden tu
mano, son de tu agrado.
(Soldado No. 1 retorna y hace pasar a los tres
pretendientes, éstos hacen profunda reverencia ante el Chimú-Cápac y otra ante
Yonán, ésta recorre de pies a cabeza con la mirada a los pretendientes y hace
un gesto de desagrado).
Yonán (aparte).- La verdad que de estos tres feos no sale
uno solo.
Ch. C.- ¿Qué decías, hija mía?
Yonán.- Pensaba, padre y señor. (Dirigiéndose al
pretendiente No. 1). - ¿Por qué deseas casarte conmigo?
Pret. 1.- Porque eres bella como una guanábana.
Yonán.- ¡Qué galantería tan vulgar! (Dirigiéndose al
pretendiente 2). – Y tú, ¿Por qué deseas casarte conmigo?
Pret. 2.- Porque eres dulce como una sandía.
Yonán.- (Con un gesto de fastidio). – Qué galante- más tonto.
(Dirigiéndose al pretendiente 3). – Y tú ¿por qué razón deseas casarte conmigo?
Pret. 3.- Porque eres airosa como una guaba.
Yonán.- (Volviéndose a su padre).- Señor, ¿deseas mi
opinión respecto a los tres pretendientes?
Ch. C.- Por Supuesto, Yonán.
Yonán.- Pues escúchala: son tres pazguatos caídos del
ciruelo (El Rey hace un gesto de cólera). – No te encolerices, padre y señor
mío. Debes estar seguro que si uno de ellos vence en las tres pruebas, me casaré
con él, aunque resulte más vacío que una calabaza.
Ch. C.- (A los tres pretendientes).- Bien, puedan ustedes
retirarse. Mañana comenzará la gran prueba.
(Los 3 pretendientes hacen otra reverencia, y en ordenada
fila se retiran por la misma puerta por donde entraron a escena).
(Soldado 2 entra por la misma puerta a la carrera,
jadeante).-
Soldado 2.- Señor, Señor. Un inmundo huaquero ha caído en
nuestras manos.
Ch. C.- (Poniéndose de pie).- ¡Un huaquero! (movimiento
general de sorpresa) Qué han cogido vivo a un huaquero…
Soldado.- Sí, señor, vivito y coleando.
Gran Sacerdote.- ¿Y cómo ha sido el suceso?
Soldado.- Estaba yo de centinela en la puerta a mayor del
imperio subterráneo, cuando escuché golpes de pala. Investigué, y vi a un
inmundo huaquero del mundo de allá que, alumbrándose con una potente luz, y
entre extrañas canciones, dábase a la tarea de cavar un agujero bajo de un
muro, exactamente sobre nuestra puerta.
Ch. C.- ¡Atrevido huaquero! Le costará la vida.
Soldado.- Salí con mi patrulla y le capturamos, en momentos
en que si misteriosa pala metálica tocaba ya nuestra puerta de algarrobo. Si
gustas, gran Señor, le haré pasar. Viene muy resguardado, y trae consigo
extraños objetos.
Ch. C.- Sí, sí, hazle entrar. Le costará la vida.
Yonán.- ¡Por fin verán mis ojos a un hombre de allá arriba!
(Soldado sale)-
(El soldado vuelve al instante conduciendo al huaquero, y
le obliga a postrarse de rodillas ante el Chimú-Cápac).
Ch. C.- Al fin mis hombres pudieron capturarte, dañino
huaquero que destruyes las terrazas de mi pueblo subterráneo y robas los
tesoros de mis templos y palacios.
Huaq.- Gran Jefe Chimú, los hombres de allá arriba ignoramos
la existencia de este mundo subterráneo. Suponiendo que las ruinas visibles son
despojos de una ciudad muerta me atreví a hurgar en ellas. De saber la verdad,
jamás habríame atrevido a menoscabar tus dominios.
Ch. C.- Tu ignorancia no te exime de culpa. Mucho daño has
causado a mi propiedad para que yo te perdone. (A los cortesanos) ¿Qué opinan
ustedes, nobles caballeros?
Cortesanos (a coro).- ¡Que muera el huaquero!
Yonán (en voz baja),- ¡Pobrecillo! ¡Tan joven y buenmozo!
Gran S.- Chimú-Cápac, Chicamá, propongo que este huaquero
sea sacrificado al dios Kon el día de la boda de la princesita Yonán.
Ch. C.- Bien que así sea.
Yonán (Adelantándose hacia su padre).- ¡Oh!, magnánimo
padre Chicamá. Has dispuesto matrimonio con aquel de tus vasallos que venza en
las tres pruebas. Pronto tu amada hija Yonán se unirá al vencedor, y no deseo
que el día de mi boda cruel sacrificio imponga sangre, duelo y tristeza. Por
amor a esta tu hija, respetable Chicamá, te ruego perdones la vida del huaquero
y le permitas participar en las tres pruebas. De salir triunfante, será mi
esposo, pues me gusta su porte varonil; de resultar perdedor morirá en el
templo dos días después de mis nupcias.
Ch. C.- Nada puedo negarte, hija mía, porque tú eres la luz
de mis ojos y el consuelo de mi ancianidad. Sea lo que has solicitado. ¡Eh! Tú,
sacerdote, indica al huaquero en qué consisten las tres pruebas.
Gran S.- (acercándose al huaquero).- Para alcanzar la mano
de Yonán tienes que vencer tres difíciles pruebas.
La primera consiste en cavar durante tres días y tres
noches una cueva para guardar el tesoro real de la voracidad de los huaqueros
que pululan en la superficie de esta ciudad; así probará el pretendiente
capacidad para salvaguardar las riquezas del imperio. La segunda prueba
consiste en alcanzar la gracia del dios Kon: aquel que logre una palabra o un
gesto del dios de dioses, probará que este manifiesta conformidad con su unión
a la princesa. Y la tercera reside en bailar la danza más original y alegre,
porque el futuro emperador debe brindar a la princesita Yonán y a su pueblo, el
supremo don de la dicha.
Ch. C.- Conducid al huaquero a su celda. Mañana al amanecer empieza la primera prueba. Si vences, hombre de allá arriba, tendrás la felicidad de casarte con Yonán y heredar mi corona. Si pierdes te costará la vida.
Huaq. (Mirando con admiración y afecto a Yonán).- Gracias, oh bella princesa. Tienes el corazón tan cargado de bondad, como el rostro pleno de encanto.
Yonán.- ¡Qué el dios Kon te ayude, apuesto huaquero! (El soldado conduce al huaquero, y ambos salen por la misma puerta por donde entraron. El huaquero no desampara su lampa, que la carga al hombro, su linterna de kerosene y su radio portátil).-
Ch. C.- Conducid al huaquero a su celda. Mañana al amanecer empieza la primera prueba. Si vences, hombre de allá arriba, tendrás la felicidad de casarte con Yonán y heredar mi corona. Si pierdes te costará la vida.
Huaq. (Mirando con admiración y afecto a Yonán).- Gracias, oh bella princesa. Tienes el corazón tan cargado de bondad, como el rostro pleno de encanto.
Yonán.- ¡Qué el dios Kon te ayude, apuesto huaquero! (El soldado conduce al huaquero, y ambos salen por la misma puerta por donde entraron. El huaquero no desampara su lampa, que la carga al hombro, su linterna de kerosene y su radio portátil).-
TELÓN.
*Extraído de "Chan Chan en la Poesía"- Alberto Pinillos R. (1994).


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